Ayer, cuando salí de Granada, estaba mi corazón dividido.
Dejé mis dos palomas torcaces, cuidándose junto al río.
Una cuida a la otra y se miran con dulzura,
callan, hablan, ríen y rezan sin tapujos ni tristeza.
Con la complicidad de palomas de alturas y de proezas.
No te preocupes madre, que pronto volaremos por encima de la Alhambra
Y en el batir de tus alas, hasta el moro llorará de ver cristiana Granada.
Comentarios
Me encantan las palomas y si son cristianas de Granada, más.