El pasado día 19, mi amigo y alumno aventajado José Ramón Montes, me invitó a una conferencia en el Circulo de Bellas Artes sobre el impacto urbanístico del tren en la ciudad de Madrid. Presentó a varios especialistas en el tema, arquitecto, ingeniero y geógrafo. Tras dos horas y cuarto el implacable reloj obligo a posponer un interesantísimo debate. Uno de los temas tratados fue el tren de alta velocidad (AVE). Un prestigioso arquitecto defendía que el AVE acercaba la costa a Madrid y en gran medida tenía razón. Yo particularmente soy un enamorado del tren y voy a echar de menos los trenes con sus locomotoras tractoras y pasar la noche en el expreso de Lisboa o el tren de Paris. No es lo mismo ver pasar el paisaje a 300 kilómetros por hora, que a ciento diez. Tal vez sea el precio del progreso pero gran parte del encanto de viajar se pierde. Como daños colaterales están las estaciones intermedias que poco a poco están condenadas a la extinción. Durante mi infancia asistí a la desapa
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