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Por una mayor democracia en los partidos

 

Aguirre nos sorprende, en un buen artículo, pidiendo un cambio de la ley electoral.

ARTÍCULO DE ESPERANZA AGUIRRE

ABC día 20/05/2013

En el momento actual de desafección generalizada de los ciudadanos hacia los políticos y sus partidos, la implantación de elecciones internas en cada partido serviría, sin duda, para provocar un interés positivo hacia la actividad política

Por una mayor democracia en los partidos

Son muchos los que piensan que la profunda y pertinaz crisis económica actual está poniendo de manifiesto, al mismo tiempo, algunas carencias, limitaciones o fallos de algunas de nuestras instituciones. Entre ellas, los partidos políticos.

Todas las encuestas muestran una desconfianza creciente de los ciudadanos hacia los políticos y hacia los partidos políticos. Y la causa principal de esa desafección está, sin duda, en la creciente distancia que separa a los ciudadanos de sus representantes políticos.

La Ley Electoral vigente, heredera de un Decreto anterior a la Constitución, ha tenido como efecto no deseado la hipertrofia del poder del aparato de los partidos y hace que los políticos que se presentan a unas elecciones (da igual si son municipales, autonómicas, nacionales o europeas) estén más pendientes de agradar a las cúpulas de sus partidos que de responder ante los electores a los que tienen la responsabilidad de representar en las distintas instituciones. Y es lógico, porque su porvenir político (y profesional) no depende de los ciudadanos a los que tienen que representar, sino de los jefes que les tienen que presentar.

Por eso, somos muchos los que pensamos que habría que abordar con valentía un cambio radical en nuestra Ley Electoral para acercar la actuación de los políticos electos al control de sus electores. Un significativo ejemplo de este estado de opinión lo teníamos hace tres días en un artículo firmado por los exministros Jordi Sevilla y Josep Piqué en el que pedían esa reforma de nuestro sistema electoral.

Un mayor control por parte de los ciudadanos de sus representantes sería, además, una eficaz vacuna frente a la corrupción, que es otra de las consecuencias indeseadas del actual sistema. Un político que tiene que someterse al control directo de sus ciudadanos se lo pensaría dos veces antes de caer en ninguna tentación.

Sin contar con que los partidos buscarían con un cuidado extremo a sus candidatos.

Y aquí, en esa búsqueda de los mejores candidatos, entraría la posibilidad de hacerlo a través de elecciones dentro de cada partido, como, hace pocos días, propugnaba en estas mismas páginas Guillermo Gortázar. Si de lo que se trata es de presentar a los mejores a las elecciones no parece descabellado que esos mejores sean elegidos por sus propios compañeros de partido, que son los que mejor los conocen y los que mejor saben de su capacidad humana, profesional y política.

Abrir un periodo de elecciones internas en un partido, además, es la mejor manera de impulsar el debate en su interior acerca de los principios y valores fundamentales del partido, acerca de sus objetivos políticos y acerca de las formas más pertinentes para llevar a la práctica esos principios y para alcanzar esos objetivos.

Un proceso de debate y análisis entre los militantes de los partidos daría la posibilidad de conocer mucho mejor a los aspirantes a cargos representativos. Y estoy segura de que serviría para elegir a los que mejor sintonizan con los valores, los objetivos y las formas de hacer política de cada partido.

«Habría que abordar con valentía un cambio radical en nuestra Ley Electoral»

Si ese proceso se hace de manera abierta y si los ciudadanos tienen la posibilidad de contemplar o, incluso, participar en los debates, no me cabe la menor duda de que se sentirán más cerca de sus políticos. Y, desde luego, los conocerán mucho mejor. Que es de lo que se trata.

Si parece imprescindible acortar la distancia que separa a los políticos de los ciudadanos, un primer paso puede ser el de acortar la distancia que separa a los propios dirigentes de los partidos de sus militantes. Y con estas elecciones internas para encontrar a los dirigentes, los militantes de base se sentirían mucho más involucrados en la vida del partido y tendrían un protagonismo mayor que el actual, que, en muchos casos, se limita al de asistir a los mítines y corear el nombre de unos líderes que no han tenido la oportunidad de elegir.

En el momento actual de desafección generalizada de los ciudadanos hacia los políticos y sus partidos, la implantación de elecciones internas en cada partido serviría, sin duda, para provocar un interés positivo hacia la actividad política, algo que hoy una mayoría de ciudadanos ve con recelo, cuando no con franco rechazo. Entonces, ¿por qué no?

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